TEOSOFIA
Español
Sociedad Teosófica de
Cardiff
Teosofia en
Cardiff (Página en Español)
Sociedad
Teósofica en País de Gales (Inglés)
Sociedad
Teósofica de Cardiff (Inglés)
¿Es
la Teosofía una Religión?
por
Inglés:- Is theosophy a Religion ?
“La religión es la mejor armadura que un
ser pueda tener,
sin
embargo es la peor capa.”
John Bunyan
No
es una hipérbole decir que jamás existió, por lo menos durante este siglo, un
movimiento social o religioso, tan terriblemente o mejor dicho, tan
absurdamente mal comprendido o tergiversado como la Teosofía; ya sea que se
considere teóricamente como código ético o prácticamente en su expresión
objetiva: la Sociedad Teosófica. Año
tras año y día tras día, nuestros oficiales y miembros tuvieron que interrumpir
e impugnar, de manera más o menos enfática, a las personas que hablaban acerca
de la teosofía como si fuera una “religión” y de la Sociedad Teosófica como si
fuera una suerte de iglesia o ente religioso.
¡Lo que es aún peor, es que a menudo se menciona
La
gente con una mentalidad muy estrecha y notoriamente inicua, aún necesita un pretexto plausible para encontrar un blanco hacia el cual
dirigir sus observaciones poco caritativas y sus calumnias expresadas
inocentemente. Para tal propósito, ¿cuál blanco es más
sólido y conveniente que un “ismo” o una “secta”? A la gran mayoría no le
gustaría ser desengañada, obligándola, finalmente, a aceptar el hecho de que la
teosofía no es ni una “religión” ni una “secta.” El
nombre colinda con sus ideas distorsionadas y fingen no saber que es
inadecuado. Sin
embargo, existen otras personas, más o menos simpatizantes, que están
sinceramente influenciadas por la misma ilusión. A
éstas les decimos: seguramente, hasta la fecha, el mundo ya ha sufrido
suficientemente bajo la acción de factores capaces de aletargar el intelecto:
los credos dogmáticos ¡para que les inflijamos una nueva forma de fe! Un número muy nutrido de individuos lleva puesta su fe según
las palabras de Shakespeare: “
Podrá
parecer extraño y paradójico, sin embargo es verdadero decir que, hasta la
fecha, los trabajadores más expertos en la teosofía práctica y sus miembros más
devotos, se han reclutado de los rangos de los agnósticos y aún de los
materialistas. Jamás se encontrará a un sincero y
genuino buscador de la verdad entre los creyentes fanáticos en la “Palabra
Divina,” cualquiera que sea su procedencia: Alá, Brahma, Jehová o sus
respectivos Corán, Purana y Biblia; ya que “la Fe no es el fruto de la razón,
sino de su reposo.”
Aquel
que cree en su religión por fe considerará, aquella ajena,
como una mentira, odiándola en virtud de esa misma fe. Además, a menos
que se supedite la razón y se cieguen completamente nuestras percepciones de
cualquier cosa que salga de nuestra fe particular,
ésta última no es fe
Sin
embargo,
La
presente protesta se propone elucidar estos puntos.
En
primer lugar, quizá sea preciso decir que la afirmación según la cual:
“la Teosofía no es una Religión,” no excluye, en lo más
mínimo, el hecho de que la “Teosofía es la Religión” misma. Según el verdadero
y único significado correcto del término, una religión es un
vínculo que une a los seres humanos entre ellos y no un conjunto particular de
dogmas y creencias. Ahora bien, esencialmente, la Religión, en su acepción más
amplia, es lo que vincula, en un gran entero único, no
sólo a todo el género humano; sino a todos los seres y las cosas en el
Universo.
Esta es nuestra definición teosófica de religión; sin embargo, la
misma definición cambia con cada credo y país y no hay dos cristianos que la
consideren de manera análoga. Esto se constata en más de un eminente autor. En efecto, Carlyle definió la Religión
Protestante de sus días con un discernimiento
altamente profético, expresando un sentimiento que actualmente está en continuo
ascenso:
Por
lo general, es un sentimiento sabio y prudente que estriba en el mero cálculo,
una cuestión de conveniencia y de utilidad, que hoy se refleja en todas las
demás y mediante la cual una diminuta cantidad de goce terrenal, puede trocarse
por una porción mucho más amplia y de placer celestial. Así, aún la religión es
provechosa, un trabajo con fines lucrativos, no es
reverencia; sino esperanza o pavores vulgares.
A
su vez, la señora Stowe, ya sea consciente o inconscientemente, daba la impresión
de pensar en el Catolicismo Romano en lugar del
Protestantismo, cuando, hablando de su heroina, dijo:
Ella
consideraba la religión
Sin
embargo, los Teósofos, (aquellos auténticos), que no aceptan ninguna mediación
por terceros, ninguna salvación a través del derramamiento de sangre inocente y
ni pensarían “trabajar con fines lucrativos” en la religión Universal Una,
podrán concurrir y aceptar en su integridad, sólo la definición de Miller, el
cual la describe de forma verdadera y teosófica mostrando que:
La
verdadera Religión es siempre suave, propicia y humilde;
No
asume el rol de tirana y no planta ninguna fe en la
sangre, Ni las ruedas de su carro conllevan destrucción;
Sino
más bien, se inclina para refinar, socorrer y remediar, Y erige su grandeza
sobre el bien de todos.
Esta es una correcta
definición de lo que es, o debería ser, la verdadera Teosofía. (Entre los credos, sólo el Buddhismo es una filosofía que une verdaderamente
el corazón y los seres humanos; ya que no es una religión dogmática.).
Bajo este punto de vista y considerando que es el
deber y la tarea de cada teósofo genuino, aceptar y actualizar estos
principios, podemos decir que la Teosofía es Religión y la Sociedad—su Iglesia Universal
Unica—el Templo de la Sabiduría de Salomón4 para cuya
construcción
“no se necesitó martillo ni hacha y durante su erección no se oyó en la casa
ningún ruido de utensilios de hierro” (Reyes, vi). Ya que “este templo” no es
el fruto de ningún trabajo manual humano, ni se edifica
en ninguna localidad terrenal; sino que se eleva sólo en el santuario
Por lo tanto, la Teosofía no
es una Religión; sino la Religión misma, el único vínculo de unidad que es tan
universal y omnímodo que no puede omitir de su luz a ningún ser humano y a
ningún fragmento: desde los dioses y los mortales, hasta los animales, la hoja
de hierba y el átomo. Por lo tanto, cualquier
organización o conjunto con ese nombre debe
necesariamente, ser una Hermandad Universal.
Si no fuese así, la Teosofía sería simplemente una
palabra añadida a la constelación de otras muy altisonantes, pretenciosas y
vacuas. Desde un punto de vista filosófico, la
Teosofía es, al ponerse en práctica, el alambique
Esta es la razón por la cual,
a nadie que solicite su admisión en la Sociedad Teosófica, se le pregunta a
cuál religión pertenece, ni cuáles son sus opiniones acerca de la divinidad.
Estas son su propiedad privada y no tienen ninguna atingencia con la Sociedad;
ya que el cristiano o el pagano, el judío o el gentil, el agnóstico o el
materialista o aún el ateo, pueden practicar la Teosofía siempre que ninguno de
ellos sea un fanático radical refractario en reconocer, como hermano o hermana,
a cada ser que no comparta su credo o creencia particular.
El Conde Leon N. Tolstoy no cree en la Biblia, en la Iglesia y ni en la divinidad de
Cristo; sin embargo, ningún cristiano lo eclipsa en la realización práctica de
los principios que, según se afirma, fueron predicados en la Montaña. Estos
principios son aquellos de la Teosofía, no porque el Cristo Cristiano los
expresó, sino por ser éticas universales predicadas por Buddha, Confucio,
Krishna y todos los grandes sabios, millares de años antes de la recopilación
del Sermón de la Montaña. Por lo tanto, una vez que vivimos en armonía con este
tipo de teosofía, ésta se convierte, en realidad, en una panacea universal; ya
que sana las heridas infligidas por las burdas asperezas de los “ismos”
eclesiásticos en el alma sensible de cada ser naturalmente religioso. ¿Cuántos de ellos, catapultados fuera de la
estrecha área de la creencia ciega y caídos en los rangos del escepticismo
árido por la reacción impulsiva de la decepción, han sido llevados otra vez a
nutrir una aspiración esperanzadora, simplemente uniéndose a nuestra Hermandad,
no obstante su imperfección?
Si
a fin de equilibrar el asunto, se nos recuerda que diversos miembros
prominentes han dejado la Sociedad, decepcionados de la teosofía, como les
aconteció en otras asociaciones, ésto no puede desanimarnos ni mínimamente; ya
que, en los albores de las actividades de la Sociedad Teosófica, sólo en
rarísimas excepciones se alejaron porque discernieron que en la Organización
General no se practicaba el misticismo como según ellos lo entendían; o porque
“los líderes carecían de Espiritualidad, eran antiteosóficos y por lo tanto
infieles a las reglas”; mientras que la mayoría de ellos abandonó la Sociedad
debido a su apatía o presunción, considerándose una iglesia y un dogma
infalible en sí mismos. Además, algunos se distanciaron valiéndose de pretextos
muy superficiales según los cuales: “nuestras revistas trataban al Cristianismo
(más bien al Cristianismo fanático o postizo) de manera demasiado cáustica,
¡cómo si reserváramos un mejor tratamiento o amparáramos, las otras religiones
fanáticas! Por lo tanto, todos los que se fueron hicieron bien y nunca los
hemos lamentado.
Además,
debemos agregar que: el número de las personas que se fueron es incomparable
con el de las que encontraron en la Teosofía todo lo que esperaban hallar. Si
estudiamos seriamente sus doctrinas, éstas estimulan los poderes razonadores y
despiertan el ser interior en el hombre animal, evocando en nosotros todo
poder, hasta la fecha latente y también la percepción de lo verdadero y de lo
real, en lugar de lo falso y de lo irreal. La Teosofía científica, versada en
la hermenéutica del simbolismo perspicaz de las edades, descorre firmemente el
espeso velo de la interpretación literal con el cual se encubrían todas las
antiguas escrituras religiosas y revela, al escarnecedor de la antigua
sabiduría, el origen de las fes y ciencias del mundo. Abre nuevos panoramas más
allá de los antiguos horizontes de las fes cristalizadas, inmóviles y déspotas,
transmutando la creencia ciega en un conocimiento razonado basado en leyes
matemáticas, la única ciencia exacta y le demuestra, recurriendo a aspectos más
profundos y filosóficos, la existencia de lo que él había abandonado desde hace
mucho tiempo, considerándolo como una fábula y rehusándolo por la
cristalización de su forma literal. A todo hombre o mujer de cualquier nivel
social, cultural e intelectual, le imparte un objetivo
claro y bien definido, un ideal por el cual vivir. La Teosofía práctica no es
una Ciencia, sin embargo, abraza toda ciencia en la vida moral y física. En
pocas palabras, podríamos considerarla como el “entrenador” universal, un
preceptor de un conocimiento y experiencia globales, con una erudición que no
sólo asiste y guia a sus alumnos hacia un examen exitoso en vista de cada
servicio científico y moral en la vida terrenal; sino que les equipa para las
vidas futuras si sólo estudiasen el universo y sus misterios en sí mismos, sin
examinarlos a través de los cristales de la ciencia y de las religiones
ortodoxas.
Que ningún lector interprete erróneamente tales declaraciones.
Esta omniciencia se proclama en favor de la Teosofía
misma y de ningún miembro individual de la Sociedad o aún Teósofo. No se debe
confundir el binomio:
Teosofía
y Sociedad Teosófica, la primera es el recipiente el cual contiene la segunda,
la olla podrida. La Teosofía, como ideal, es la Sabiduría divina, la perfección
misma, mientras la Sociedad Teosófica es una pobre cosa imperfecta que trata de
caminar bajo, si no dentro, de la sombra que la Teosofía refleja en la tierra.
Ningún ser humano es perfecto, entonces ¿por qué deberíamos esperar que algún
miembro de la Sociedad Teosófica sea un modelo de toda
virtud humana? ¿Y por qué se debería criticar y culpar a la organización entera
por las limitaciones, tanto reales como imaginarias,
de algunos de sus “Miembros” o aún de sus Líderes? Jamás la Sociedad, como asociación concreta, ni ninguno de sus miembros, fueron
exentos de culpas o pecados; ya que errar es humano.
Por
lo tanto, se debería más bien culpar a estos miembros, la mayoría de los cuales
no están guiados por la teosofía, que es el alma de la
Sociedad Teosófica, mientras esta última es su cuerpo burdo e imperfecto. Por
lo tanto, antes de que estos Salomones modernos, dispuestos a sentarse en el
Asiento del Juicio y a dictaminar acerca de lo que ignoran, denigren la
teosofía o a algún teósofo, les invitamos a familiarizarse primero con ambos,
en lugar de llamar, ignorantemente, a la primera una “profusión abigarrada de
creencias insensatas” y la segunda una “secta de embusteros y lunáticos.”
No
obstante todo ésto, los amigos y los enemigos de la Teosofía hablan de ella
Hemos dicho que creemos en la unidad absoluta de la naturaleza.
La unidad implica la posibilidad, para un ente de un
La
Doctrina Secreta, recientemente publicada, mostrará cuales eran las ideas de
toda la antigüedad en lo que atañe a los instructores primitivos de la primera
humanidad y de sus tres razas anteriores. El génesis de esa Religión-Sabiduría,
en el cual todos los teósofos creen, se remonta a ese
período. El origen de lo que llamamos “Ocultismo” o más bien Ciencia Esotérica,
debe reconducirse a esos Seres que, guiados por el Karma, se han encarnado en
nuestra humanidad, impartiendo la tónica de tal Ciencia secreta que, desde
entonces, en cada edad, innumerables generaciones de adeptos subsiguientes han
ampliado, mientras verificaban sus doctrinas recurriendo a la observación y a
la experiencia personal. El conjunto de este
conocimiento, que ningún ser humano es capaz de poseer en su totalidad,
constituye lo que hoy llamamos Teosofía o “conocimiento divino.” Seres de otros
mundos más elevados podrían ser los depositarios de su versión integral, sin
embargo, nosotros, lo somos sólo de aquella parcial.
Por
lo tanto, la unidad del todo en el universo implica y justifica nuestra
creencia en la existencia de un conocimiento al mismo tiempo: científico,
filosófico y religioso, que muestra la necesidad y la realidad de la conexión
recíproca entre el ser humano y todas las cosas en el universo. Desde luego, tal conocimiento se convierte, esencialmente, en Religión y
se le debe llamar en su integridad y universalidad, con el nombre distintivo de
Religión-Sabiduría.
Esta
Religión-Sabiduría es la fuente de la cual emanan todas las variadas y
(erróneamente llamadas) “Religiones” individuales, las cuales, a su turno,
forman retoños, ramas y también todos los credos menores, cuyas bases y
orígenes descansaban en alguna experiencia personal en psicología. Cada una de estas religiones o ramas
religiosas, ya sea considerada ortodoxa y herética, sabia o insensata, empezó,
originalmente, de la Fuente Madre
Obviamente,
se provocaría una subversión por ambos lados si dijéramos que el Espiritismo
moderno en sí, desintoxicado de las especulaciones desatinadas, basadas en las
declaraciones de dos jovencitas y sus desconfiables “Espíritus” es, sin
embargo, mucho más filosófico que cualquier dogma eclesiástico. Ahora, el Espiritismo Carnalizado está segando su Karma. Sus
primeras innovadoras: “las dos jovencitas” de Rochester, la Meca del Espiritismo moderno, han crecido y han alcanzado la
ancianidad desde que produjeron sus primeros golpes, abriendo completamente las
puertas entre este mundo y el otro. Su atestación “inocente” originó y orquestó
el esquema elaborado de una “Tierra Estival” (Summer-land), poblada de
“Espíritus” astrales activos, siempre al borde entre su “Tierra Silenciosa” y
la nuestra petulante y gárrula. Ahora, las dos Mahomas femeninas del
Espiritismo moderno, han negado sus propias teorías,
traicionando la “filosofía” que crearon y desertando a las filas enemigas.
Expusieron y denunciaron el Espiritismo práctico
Ningún
teósofo auténtico se burlará jamás o aún menos se regocijaría de la derrota
ajena, ni siquiera de un oponente, simplemente porque:
Tanto
hoy como siempre, sabemos que seres de otros mundos más elevados se
confabulaban con algunos mortales electos; aunque actualmente, ésto se haya
convertido en algo más atípico que en la antigüedad ya que la humanidad, en
cada generación más civilizada, se degrada en cada aspecto. Quizá, un día la Teosofía pronuncie la última
palabra sobre el Espiritismo y los “Espíritus” que aún no ha proferido; debido,
en realidad, a la concitación de todos los espiritistas europeos y americanos
contra las primeras frases que contradecían la idea de que toda inteligencia comunicadora
fuera, necesariamente, el Espíritu de algún ex-mortal de esta tierra.
Entretanto, una humilde servidora de la teosofía, la editora, declara, una vez
más, su creencia en Seres más grandiosos, más sabios y más nobles que algún
Dios personal, los cuales trascienden cualquier “Espíritu de muertos,” Santos y
Angeles alados, quienes, sin embargo, en cada edad, se dignan a inspirar,
ocasionalmente, a unos pocos sensitivos, a menudo totalmente desvinculados de
la Iglesia, del Espiritismo o aún de la Teosofía. Por lo tanto, la editora,
creyendo en Seres Espirituales elevados y santos, debe
también creer en la existencia de su antítesis:
“espíritus” inferiores, buenos, malos e indiferentes.
Entonces, cree en el espiritismo y en sus fenómenos,
algunos de los cuales le provocan una produnda repulsión.
Esto
lo presentamos como una observación casual y un escarceo, con el fin de mostrar
que la Teosofía incluye al Espiritismo, como debería ser y no como es, entre
sus ciencias que estriban en el conocimiento y la experiencia de
inconmensurables edades. No existe religión digna de tal
nombre cuyo origen no se remonte a estas visitas de Seres de planos superiores.
Esta
es la manera en la cual nacieron todas las religiones prehistóricas e
históricas: Mazdeismo, Brahmanismo, Buddhismo, Cristianismo, Judaismo,
Gnosticismo y Mahometanismo, en pocas palabras, cada “ismo” más o menos
exitoso. Todos son verídicos en su esencia y falsos en su
aspecto superficial. El Revelador, el artista quien imprimió una porción
de la Verdad en el cerebro del Vidente, era siempre un artista auténtico que
divulgaba verdades genuinas, sin embargo, el instrumento resultó ser siempre y
sólo un ser humano. Inviten a Rubenstein y pídanle que toque una sonata de
Beethoven en un piano dejado a sus propios recursos:
desafinado, con la mitad del teclado en parálisis crónica y las cuerdas sueltas
y vean si, no obstante el genio del artista, podrán reconocer la sonata. La
moraleja de la fábula es que un ser humano, ya sea el medium o el vidente más grande,
es simplemente un hombre, quien, dejado a sus recursos y especulaciones, debe
estar en disonancia con la verdad absoluta aun cuando recoja algunos de sus
fragmentos. Desde luego, el Hombre es meramente un Angel caído, un dios en su
interior, sin embargo, teniendo un cerebro animal en su cabeza y compartiendo
la compañía de otros hombres en la tierra, está más sujeto al frío y a los
vapores del vino, que a la recepción exacta de las revelaciones divinas.
De
aquí derivan los dogmas policromos de las iglesias, también las llamadas mil y
una “filosofías” (algunas contradictorias, teorías teosóficas incluídas), las
misceláneas “Ciencias” y esquemas, Espiritual, Mental, Cristiano, Secular, el
sectarismo y el fanatismo y, especialmente, la vanidad personal y la presunción
de casi todo “Innovador” desde las edades medioevales. Cada uno de ellos ha
oscurecido y ocultado la verdadera existencia de la Verdad, la raíz común de
todas. Quizá nuestros críticos imaginen que omitimos las
enseñanzas teosóficas de esta nomenclatura. Absolutamente
no. Aunque las doctrinas esotéricas que la Sociedad
Teosófica promulgó y todavía promulga, no son impresiones mentales o
espirituales procedentes de algún “desconocido de arriba”; sino el fruto de
enseñanzas que nos impartieron hombres vivientes. Aún, exceptuando lo
que esos mismos Maestros de la Sabiduría dictaron y recopilaron, estas
doctrinas podrían ser, en muchos casos, tan incompletas e imperfectas
La
Doctrina Secreta, obra que expone todo lo divulgable en este
siglo, es un conato para presentar, de forma parcial, la base y la herencia
comunes en todos los esquemas religiosos y filosóficos grandes y pequeños. Se
consideró indispensable desconchar toda esta masa de concepciones erróneas y
prejuicios cristalizados que ahora oculta el tronco padre de
(a)
todas las grandes religiones
(b)
de las sectas menores
(c)
de la Teosofía en su versión actual, a pesar
La
capa
Está
claramente demostrado que el resultado de tal actitud
sólo podría enturbiar el flujo de los hechos. Después de doce años de trabajo y
lucha incesante con enemigos esparcidos sobre todo el globo terráqueo, no
obstante nuestras cuatro revistas teosóficas mensuales: el Theosophist, el
Path, el Lucifer y el Lotus francés, con nuestras protestas insípidas y
dóciles, nuestras declaraciones tímidas, nuestra “táctica magistral de
inactividad” y nuestro juego de escondite en la sombra de la metafísica
monótona, simplemente han inducido a la gente a considerar seriamente a la
Teosofía como una secta religiosa. Por la centésima vez nos preguntan:
“¿Qué bien está haciendo la Teosofía?” y “¡Ved qué buen trabajo
están llevando a cabo las Iglesias!”
Sin
embarto es un hecho incontrovertible que la moralidad
humana no ha dado un paso adelante y, bajo algunos puntos de vista, su
condición es diez veces peor que aquella vigente en el período pagano. Además,
en los últimos cincuenta años del siglo, desde que el Libre Pensamiento y la
Ciencia se adelantaron sobre las iglesias, cada año las filas del cristianismo
están perdiendo muchos más adherentes en las clases cultivadas, en comparación
con los prosélitos que adquiere en el nivel inferior, las escorias del
paganismo. Al mismo tiempo, la Teosofía ha rescatado del Materialismo y de la
desesperación más profunda, a más de un individuo que la iglesia había perdido
a causa del dogma, la ejerción de la fe y de la tiranía, conduciéndolo,
nuevamente, a una creencia, (basada en la lógica y la evidencia), en el Ser
divino del individuo y en la inmortalidad de este último. Si se puede probar
que la Teosofía rescata una persona entre las millares de las que la iglesia ha
perdido, ¿no es ésto un factor más positivo que todos
los misioneros perdidos? La teosofía,
según declaran sus miembros y oficiales en la prensa y a viva voz, sigue líneas
diametralmente opuestas a las que recorre la iglesia y rechaza los métodos de
la ciencia; ya que su procedimiento inductivo puede únicamente conducir al
craso materialismo.
En efecto, la Teosofía afirma ser “Religión” y “Ciencia”; pues es
el meollo de ambas. Por lo tanto, la Sociedad Teosófica,
inducida por el amor de las dos abstracciones divinas:
la
religión y la ciencia teosóficas, se ha convertido en un basurero voluntario:
tanto de la religión ortodoxa como de la ciencia moderna y también en el
Némesis incesante de aquellos que han degradado las dos nobles verdades por
propósitos y fines personales, separándolas violentamente aunque las dos sean y
deban ser, una. Este artículo se propone, entre otros fines,
probar ésto.
El Materialista moderno insiste en la existencia de una laguna
infranqueable entre las dos, apuntando que el “Conflicto entre Religión y
Ciencia” ha desembocado en el triunfo de esta última y la capitulación de la
primera. Sin embargo, el teósofo
moderno rehusa ver cualquier laguna.
Si el binomio Iglesia y Ciencia pregona que persigue la verdad y nada
más que la verdad entonces, una de las dos o ambas se equivoca y acepta la
mistificación por la verdad. Cualquier otro obstáculo hacia
su reconciliación debe considerarse puramente ficticio. La verdad es
una, aunque se busque o se persiga por dos diferentes extremos. Así, la
Teosofía proclama reconciliar a las dos enemigas sentando la premisa que la
religión cristiana auténtica, espiritual y primitiva es la
luz de la Verdad, “la vida y la luz de la humanidad,” anánologamente a
las otras grandes filosofías más antiguas que la antecedieron.
Sin
embargo, lo mismo vale para la auténtica luz de la
ciencia. Por lo tanto, como los dogmas de una hermenéutica obnubilada por las
supersticiones fruto de una elaboración superficial de las iglesias, oscurecen
la religión, difícilmente esta luz podrá penetrar y conjugarse con su rayo
gemelo: la ciencia, la cual está igualmente constelada de telarañas en la forma
de paradojas y sofismos materialistas de la edad. Las enseñanzas de ambas son
incompatibles y no podrán concordar mientras que la filosofía Religiosa y la
Ciencia de la naturaleza física y externa, (que para la filosofía es falsa),
insistan en la infalibilidad de sus respectivas doctrinas aleatorias. Las dos luces, dotadas de rayos de la misma extensión en la
cuestión de deducciones falsas, pueden, simplemente anularse, produciendo una
oscuridad aún peor. Sin embargo, es posible reconciliarlas siempre que
ambas limpien sus casas; una: desambarazándose de las escorias de las edades y
la otra: de la horrible excrecencia del materialismo y
del ateismo moderno. Como ambas rehusan emprender este camino, el procedimiento
mejor y más meritorio es precisamente el que sólo la Teosofía puede efectuar y
quiere efectuar: mostrar a los inocentes atenazados en las entrañas de las dos
acechadoras, en realidad dos dragones de antaño: uno que devora los intelectos
y el otro las almas humanas, que el presunto abismo es simplemente una ilusión
óptica, un inmenso montón de basura que las dos enemigas erigieron como
baluarte contra las recíprocas acometidas.
Por
lo tanto, la teosofía demostrará que es la salvadora de la humanidad aunque se
limitara a indicar y a llamar seriamente la atención mundial al hecho de que la
presunta discrepancia entre la religión y la ciencia está condicionada, por un
lado: por los materialistas inteligentes quienes concitan contra los absurdos
dogmas humanos y por el otro: por los fanáticos ciegos y los eclesiásticos
interesados, quienes, en lugar de propugnar por las almas humanas, luchan de
manera encarnizada en favor de su sustento y autoridad.
Esperamos
haber mostrado lo que es la Teosofía real y lo que son
sus adherentes. La primera es la Ciencia divina y un
código Etico tan sublime que ningún teósofo puede poner, completamente, en
práctica; los otros son individuos débiles pero sinceros. Entonces,
¿por qué juzgar a la Teosofía conforme a las limitaciones personales de algún
líder o miembro de sus 150 sucursales? Uno podría trabajar para ella con lo mejor de su habilidad y aún, nunca elevarse a la
cumbre de su llamado y aspiración. Esta es su desdicha y
jamás la culpa de la Teosofía o de la organización general. Los
Fundadores de la Sociedad Teosófica no reivindican ningún mérito, salvo el de haber activado el engranaje. Si se deben juzgar, que se haga
con arreglo al trabajo que han realizado y no
valiéndose de lo que sus amigos puedan pensar o sus enemigos puedan decir de
ellos. En un trabajo como el nuestro, no hay espacio
para las personalidades y, si es necesario, todos deben estar preparados, como
lo están los Fundadores, para que la carreta de Jaggennath los embista
individualmente para el bien colectivo. Sólo en el lejano futuro, cuando la
muerte haya puesto su mano glacial sobre los desafortunados Fundadores,
terminando su actividad, se deberá pesar, en la Balanza de la Posteridad, sus respectivos
méritos y deméritos, sus acciones buenas y malas y su trabajo teosófico. Sólo
cuando los dos platillos con sus contrapesos, hayan alcanzado el equilibrio y
el carácter del resultado neto haya llegado a ser evidente a todos en su valor
intrínseco total, entonces, la naturaleza
Ahora bien, estos resultados son casi imperceptibles e inaudibles
entre el bullicio y el fragor que la constelación de nuestros enemigos y sus
dispuestos émulos—los indiferentes, producen.
Sin embargo, por pequeños que sean los resultados, si una vez se probara su
positividad, aún ahora, todo ser en cuyo corazón resida el interés para el
progreso moral de la humanidad, deberá su gratitud a la Teosofía. Cómo la
Teosofía fue avivada y presentada al mundo por sus servidores indignos:
los
“Fundadores,” si su trabajo fue útil, éste debe ser su único defensor, a pesar
del presente estado del saldo en las pequeñas cuentas de caja Kármica donde la
“respetabilidad” social representa las entradas.
Lucifer,
Noviembre de 1888
4 Cuyas 700 mujeres y 300
concubinas son, dicho sea de paso, simplemente las personificaciones de los
atributos, los sentimientos, las pasiones y los varios poderes ocultos humanos.
Los números cabalísticos 7 y 3 lo muestran claramente.
Además, el mismo Salomón, siendo simplemente el emblema del
Sol: el “Iniciado Solar” o el Cristo Sol, es una variante
“Vikarttana” hindú (el Sol),
privado de sus rayos por Viswakarma, su Hierofante Iniciador, el cual remueve
el fulgor áureo del candidato-Chrestos para la iniciación, coronándolo con una
aureola oscura y ennegrecida: la “corona de espinas,” (Para una explicación
completa, consultar La Doctrina Secreta. Salomón nunca fue un
hombre viviente. Su vida y sus obras descritas en “Reyes” son
una alegoría sobre las pruebas y la gloria de la Iniciación.
Inglés:- Is theosophy a Religion ?
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A
Text Book of Theosophy By C
What Theosophy Is From the Absolute to Man
The Formation of a Solar System The Evolution of Life
The Constitution of Man After Death Reincarnation
The Purpose of Life The Planetary Chains
The Result of Theosophical Study
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Preface to the American Edition Introduction
Occultism and its Adepts The Theosophical Society
First Occult Experiences Teachings of Occult Philosophy
Later Occult Phenomena Appendix
Try
these if you are looking for a
local Theosophy Group or Centre
UK Listing of Theosophical Groups
General pages
about Wales, Welsh History
and The History of
Theosophy in Wales
Wales is a
Principality within the United Kingdom
and has an eastern
border with England.
The land area is
just over 8,000 square miles.
Snowdon in North
Wales is the highest mountain at 3,650 feet.
The coastline is almost
750 miles long.
The population of Wales as at the 2001 census is 2,946,200.